13 junio 2006

Contra el estatismo

Fernando Mejía Barquera

En México, el tema de la radio comunitaria es viejo y nuevo a la vez; viejo porque las primeras emisoras de ese tipo ­Radio Huayacocotla y Radio Teocelo­ datan de hace 40 años, pero nuevo porque el interés de expresarse a través de la radio por grupos de la sociedad civil adquirió fuerza en el segundo lustro de los años 90 y el primero del siglo XXI, como lo demuestra la corta biografía de casi todas las estaciones comunitarias que obtuvieron su permiso legal para operar en 2004 y 2005: de las 11 que lograron esa autorización diez fueron creadas en los últimos 12 años.

Cultura estatista

¿Por qué, a diferencia de otros países, México no ha transitado con mayor fuerza por el camino de la radio comunitaria? ¿Por qué expresiones como la radio minera de Bolivia o las radios "libres" en Europa no tuvieron equivalente en México donde, al igual que en otros lugares del mundo, las frecuencias radiofónicas son controladas por un poderoso gremio empresarial y por el Estado?

Parece claro que la razón fundamental está en las características que asumió la sociedad mexicana durante el siglo XX: debilidad de la sociedad civil combinada con la preeminencia del Estado en los campos de la política y la cultura, donde jugó un doble papel a la vez corporativo y promotor. El Estado cooptó movimientos sociales y controló gremios a través de una compleja política corporativa; al mismo tiempo se estableció como "promotor de la cultura" y actuó como "protector" de los grupos indígenas. Se desarrolló así una cultura política de tipo "paternalista" que otorgaba al Estado un papel fundamental en la promoción de los intereses de diversos grupos sociales: sindicatos, organizaciones campesinas, sectores medios de la población. Una cultura política que se consolidó "arriba" y "abajo". "Arriba", la burocracia gobernante se acostumbró a actuar como receptora de demandas sociales que podía satisfacer o no de acuerdo a sus propios intereses disfrazados de "intereses de la nación"; "abajo", grupos sociales se acostumbraron a "pedir" y negociar con los gobernantes.

En ese contexto, una organización tan poderosa como la CTM nunca se planteó, por ejemplo, constituir una "radio obrera", lo mismo que cualquiera de los poderosos gremios que la integran: mineros, electricistas, petroleros, etcétera. Y lo mismo pasó con otros sectores y organizaciones que veían al Estado como la institución a través de la cual, mediante acuerdo y colaboración, podían hacer progresar sus intereses. La organización social autónoma, independiente del Estado, ha sido en México un proceso largo y tortuoso; quienes intentaron transitar ese camino fueron acusados de "disfuncionales", "radicales" y hasta enemigos del "Estado de derecho".

Confrontación o acuerdo

Hoy, la sociedad mexicana empieza a transitar otros senderos. La organización autónoma gana terreno, la sociedad civil empieza a crecer y los grupos que la integran buscan formas de expresión propias. Son cada vez más los grupos que en lugar de plantearse encontrar espacios de expresión sólo o principalmente en los medios del Estado, como era casi tradición hasta hace muy poco tiempo, tratan de abrir espacios propios. El establecimiento de radios comunitarias es una muestra de ello.

¿Cuál será el futuro de la radio comunitaria? Sin duda la "cultura estatista", todavía con fuerza considerable en el país, y que se expresa "abajo" y "arriba", es el principal obstáculo para el desarrollo de esta radio. Aunque en incremento, todavía no se percibe un movimiento suficientemente fuerte como para poblar las bandas de frecuencias con un número considerable de radios comunitarias, tanto en las zonas rurales como en las urbanas y suburbanas; un movimiento que las haga existir "en la realidad", es decir, operando radiodifusoras, y también en el ámbito jurídico, exigiendo el permiso legal para operarlas. "Arriba", el obstáculo se expresa en actos como el no reconocimiento a la figura legal de radio comunitaria efectuado a través de las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión y de la "iniciativa paralela" que habla de reglamentar "medios públicos" pero no reconoce a la radio comunitaria.

Los próximos años nos dirán si el movimiento social expresado en la creación de radios comunitarias se incrementa, y si quienes gobiernen al país son capaces de entenderlo como una expresión de diversidad, pluralidad y fortalecimiento de la sociedad civil, o si lo interpretan como un fenómeno riesgoso que debe ser frenado.

Periodista.

http://www.etcetera.com.mx/pag45ne68.asp