29 septiembre 2006

¿Y la libertad de expresión?

Por:SERGIO MUÑOZ BATA


Dos recientes ataques a la libertad de expresión; uno en Pasadena, California, y el otro en Ratisbona, Baviera, me han recordado el prefacio que el escritor y periodista George Orwell escribió en su alegoría contra el totalitarismo estalinista, La Granja de los Animales: "Libertad significa tener el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír".

Todo empezó en Pasadena dos días antes de la elección presidencial de 2004, cuando en su sermón el antiguo pastor de la iglesia de Todos los Santos planteó un debate entre Jesucristo, el presidente George W. Bush y el candidato demócrata John Ferry. El pastor se abstuvo de apoyar a cualquiera de los candidatos, pero no escatimó críticas al concepto de la guerra preventiva ante una entusiasta feligresía de una iglesia cuyo historial incluye su oposición al internamiento de los ciudadanos americano/japonés durante la Segunda Guerra Mundial; a la guerra en Vietnam; una visión compasiva y generosa de la inmigración y el apoyo total a la inclusión de las mujeres en la jerarquía eclesiástica episcopal.

Acudiendo al viejo expediente que le permitiera a las autoridades encarcelar al notorio gángster Al Capone, las autoridades fiscales le han ordenado a la iglesia que entregue todos los documentos, expedientes y correos electrónicos que contengan cualquier referencia a cualquier candidato político durante 2004.

La amenaza es transparente. Entre las condiciones que se les imponen a las iglesias para eximirlas de pagar impuestos está la de abstenerse de participar en actividades de campañas políticas. Prohibición insostenible en un país en guerra que tiene elecciones cada seis meses. ¿Cómo puede una iglesia no hablar sobre los muertos, la destrucción, los gastos y el impacto general de la guerra en el país?

Lejos de intimidarse, la iglesia ya anunció que contempla entablar un pleito legal contra la orden del IRS por considerarla un ataque a la libertad de religión y de expresión.

Y aquí es donde entra el reciente discurso de Benedicto XVI que tanta conmoción ha creado en el mundo musulmán. El tema de la conferencia que el Papa dictó en su antigua alma máter fue la racionalidad de una religión que surge de la convergencia entre la fe religiosa cristiana y la razón que le viene de la filosofía griega. Su conclusión fue un rechazo radical a valerse de la motivación religiosa para ejercer la violencia.

La mención al profeta del Islam proviene de una cita de un emperador de Bizancio y ocupa, si acaso, una de diez cuartillas del texto. La reacción que desató la conferencia ha sido desproporcionada. Los comentarios también. Unos dicen que Benedicto XVI es buen teólogo, pero pésimo político. Otros, que es un político perverso empeñado en ahondar el conflicto entre dos civilizaciones. Otros más, le reclaman por ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. También se dice que está pagando el noviciado y que esto debería servirle de lección para entender que lo que dice el Papa pesa.

Tanto en Pasadena como en Ratisbona lo evidente es que con estas reacciones en contra de la libertad de expresión lo que se busca es provocar la autocensura. Pasadena lo sabe y por ello se defenderá en las cortes. Espero que la disculpa que Benedicto XVI ha ofrecido no sirva para introducir más factores atemorizantes cada vez que alguien quiera hacer un comentario sobre las aberrantes conductas de quienes se amparan en su religión para cometer crímenes imperdonables.

El autor es editorialista de Los Angeles Times


http://www.lostiempos.com/noticias/25-09-06/25_09_06_pv2.php