27 junio 2006

Auténticos medios de Estado

José Yuste

Los concesionarios privados siempre han criticado a los medios públicos. Los han considerado una competencia desleal, sobre todo cuando se meten en áreas donde los privados tienen programación. ¿Cómo no recordar los reclamos por el lanzamiento de órbita, la estación de rock del Imer, la cual tenía gran audiencia y no gustaba a varios concesionarios privados en el sexenio pasado?

Esta animadversión contra todo lo público no es nueva. Recordemos al "Tigre" Emilio Azcárraga Milmo y cómo calificaba con desprecio La hora nacional. La mala relación entre privados y públicos viene de otros tiempos, cuando el gobierno quería ser propietario, y donde no necesariamente hacía bien las cosas. Ahora debe ser diferente: La discusión sobre la existencia de medios públicos ­donde el gobierno no quiere ser el propietario de todo­ tiene que ver con los contenidos ciudadanos, con temas donde los privados no se meten o lo hacen poco, donde los temas fundamentales pueden ser los derechos de minorías o expresiones sociales que no necesariamente tienen interés comercial.

Por eso es importante el tema de las radios comunitarias. A botepronto, los privados y las autoridades decían que eran radios piratas. Otros sectores del gobierno federal, más conscientes, como Xóchitl Gálvez, señalaba que las radios comunitarias funcionan bien para el desarrollo de los pueblos indígenas. Y nosotros creemos que esas emisoras pueden tener distintas funciones sociales.

Sin embargo, nos queremos detener en una versión que corrió dentro de varios integrantes de la CIRT.


Dentro de esta cámara sí se llegó a realizar una investigación sobre las radios comunitarias, la cual terminó siendo difundida a algunos concesionarios. Y dentro de ésta existían unas relaciones políticas de radios comunitarias. Incluso, según el estudio, existía la probabilidad de que este tipo de interés político pudiera estar vinculado con un tipo de izquierda, que apoyaría a López Obrador. Algunos concesionarios sacaron sus propias conclusiones de por qué el PRD aprobó, en primera instancia, la ley de radio y TV, y más tarde el rechazo de López Obrador a la misma.

Las radios comunitarias pueden ser proyectos sociales y culturales útiles. Sólo que así, tal y como están, generan muchas sospechas en otros actores de la radio y televisión, e incluso en autoridades para las cuales sólo son radios piratas.

El problema con las radios comunitarias es también la falta de discusión sobre medios públicos. Es lamentable que las "paralelas" no se hayan tomado en cuenta, pues los que más pierden son estos medios, desde las radios comunitarias hasta la radio estatal, como el Imer, o Canal Once y Canal 22.

Hay contenidos que los concesionarios, por su naturaleza comercial, no van a producir. Un botón de muestra es la música clásica, cuya difusión cultural es esencial para la sociedad, sin embargo ésta corre a cargo de pocas estaciones públicas. Y allí el sector privado apenas participa con patrocinios.

Necesitamos revisar los medios públicos, sacarlos de la órbita del gobierno en turno para que dejen de ser instrumentos políticos, y posicionarlos como medios de Estado. Deben tener presupuestos transexenales, consejos editoriales independientes que respondan a la sociedad de manera transparente. Si algo parecido ya se logró con Notimex, ¿por qué no hacerlo con los demás medios? Existen distintos proyectos y debemos revisarlos todos para ver cuál nos conviene más en México, es decir si queremos tener algo parecido a la BBC de Londres o a la televisión pública francesa. La existencia de los medios públicos es indispensable, pero debemos definir bien sus proyectos y alcances.


Analista financiero.

joseyuste@yahoo.com

http://www.etcetera.com.mx/pag48ne68.asp